Zulmira Gonçalves, oriunda de Porto (Portugal) pero residente en O Morrazo desde hace más de 22 años, viene de denunciar ante el Defensor del Paciente una presunta negligencia médica que sufrió en el Hospital Povisa de Vigo en 1998. Y es que tras una operación en el centro le dejaron un fragmento de un tornillo dentro del tobillo izquierdo. Además, la inyección de epidural que le pusieron en la espalda le provocó un pinzamiento en un nervio que le provoca fuertes dolores en ambas piernas y en la espalda, impidiéndole andar con normalidad y afectando a su salud física, psicológica y a su calidad de vida. Entre los daños, la afectada también recalca que lleva mucho tiempo con tres dedos del pie dormidos.
Gonçalves reside ahora en Beluso (Bueu), pero pasó 20 años viviendo en el municipio de Moaña. Su calvario comenzó en el año 1992, cuando sufrió una caída que le dañó el tobillo. Por entonces la mujer tenía cinco hijos a su cargo, la más pequeña con solo cuatro años y en la operación le colocaron unos tornillos. Como el estado del pie no mejoraba, en 1997 los médicos decidieron que era mejor retirar los hierros, pero un fragmento de un tornillo le quedó en el interior del tobillo. "Dixéronme que non me ía a afectar para nada, pero sí que o fixo", relata la mujer, que en estos momentos tiene 50 años y todavía cuenta con dos hijos a su cargo.
Zulmira Gonçalves asegura que los médicos que la han tratado la engañaron y hasta el pasado 19 de mayo no se enteró de que sus dolencias se debían a un supuesto error al ponerle la inyección de epidural. Fue una reumatóloga la que le confirmó la causa de los dolores.
Actualmente la vecina de Bueu se queja de que le tiemblan las piernas al andar. "Non podo estar nin deitada nin de pé, e os médicos déronme seis tipos distintos de pastillas para calmar as dores", explica. Entre esta medicación se encuentra incluso la morfina, para superar el dolor. Pero Gonçalves critica que "o único que fan é durmirme, porque mentres durmo non teño dor, pero cando me levanto xa estou outra vez doente", lamenta. La mujer de origen portugués asegura que odia tener que tomar este tipo de "drogas", porque le hacen sentirse "unha inútil, pois paso as 24 horas do día tirada na cama ou no sofá e durmindo".
Gonçalves explica que se arrepiente todos los días de haberse quitado los tornillos del tobillo, "pois dende entón non fixen nada máis que ir de un médico a outro", apunta. Y reconoce que lo único que le ha dado fuerzas para seguir han sido las promesas de que la iban a operar en Madrid o en Barcelona para curarla. "Pero era todo falso, e agora que sei o que teño dinme que si me opero corro o risco de quedar nunha silla de rodas", asegura. La mujer teme no volver a andar si pasa por el quirófano y dice que "polo menos agora podo poñerme de pé de cando en vez".
Los dolores impiden a Zulmira Gonçalves trabajar, y vive de una pensión no contributiva "que non me chega a nada e calquera día pódenma quitar". De momento, el Defensor del Paciente ha informado al Sergas de que "nadie se ha responsabilizado de esta presunta mala práctica". Desde la administración le dicen que debe presentar la denuncia judicial correspondiente.
Fuente: Diario Foro de Vigo (6/8/2009)
Muy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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